Había una torre en cuya cima se cumplían todos los
deseos que se podían pedir. Pero para llegar a la torre se debían
pasar unas pruebas y para pasar dichas pruebas había que ser
sobrehumano. En el mundo de Irin eso se consideraba un don. Decía la
profecía que ser sobrehumano sólo ocurría cada mil años. El reto
de ser sobrehumano no era fácil; los únicos que podían abrir la
puerta celestial eran los sobrehumanos; pero Baam, un chico normal,
consiguió abrir la puerta. ¿Cómo conseguirá Baam sobrevivir a las
peligrosas pruebas que le aguardan? (Jesús Morales, 1º ESO A)
No hay comentarios:
Publicar un comentario