sábado, 11 de marzo de 2017

Los habitantes de la tierra

No somos diferentes, no somos iguales, no somos parecidos, somos seres vivos. Todos con un mismo propósito, todos con un mismo destino. Y es que al fin y al cabo todos somos animales, todos buscamos la conservación de nuestra especie, todos crecemos y al final todos morimos, y con nosotros mueren nuestros pensamientos, nuestras costumbres y nuestro viaje por la vida, y nada importa realmente, de todas formas el viento sopla, y la Tierra gira, y los días pasan, y el amanecer es un espectáculo hermoso y sin embargo la mayor parte de los animales duermen todavía.

Perspectiva de un perro:
Vago por las calles, esquivando gigantes, tengo frío y hambre, cuando el sol está en su punto más alto, gigantes humildes comparten un pedacito de su comida conmigo, entonces les sigo, esperando que puedan compartir algo más, pero llegan a sus refugios, un lugar donde no me permiten el paso, y sigo vagando por las calles. Encuentro un gigante sentado, un poco maloliente, y con mucho amor, me da cobijo en su cartón, me permite pasar la noche con él, me ayuda a resguardarme del frío. Todos los días se repiten, nunca cambian. Hasta que un día, un gigante me halló enfermo, fue el primer gigante que me permitió el paso a su refugio. Dentro no tenía frío, sacó una pieza grande y cuadrangular y la dejó en el suelo, me hizo una señal, dándome a entender que podía tumbarme allí, y así hice, aquella pieza era la cosa más cómoda en la que había estado nunca. Ahí comprendí que mi corta vida no volvería a ser igual.

Arianna Rodríguez Lorenzo. 3ºB




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